miércoles, julio 26, 2006

un regalito para leer en vacaciones


Me pareció una buena idea incluir en el blog algunos textos para seguir leyendo y comentando entre todos. Este texto pertenece al libro Dragón, maravillosamente ilustrado por Luis Scafati



Bendición de Dragón

Que las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas.
Que el viento llegue lleno del perfume de las flores.
Que los ríos te sean propicios y corran para el lado que quieras navegar.
Que las nubes cubran el sol cuando estés solo en el desierto.
Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta.
Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia.
Que nunca te falte el fuego.
Que nunca te falte el agua.
Que nunca te falte el amor.
Tal vez el fuego se pueda prender.
Tal vez el agua pueda caer del cielo.
Si te falta el amor, no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo.


Gustavo Roldán

sábado, julio 22, 2006

En busca de la felicidad

Cuenta la leyenda que una mujer vagaba por el bosque en busca de la felicidad. Ella escapó de su hogar a los 16 años. Pasaron muchos meses y ella nunca pudo encontrar la felicidad. A lo largo de su recorrido encontró una casa muy humilde donde vivía una pareja de ancianos con su hijo Juan. El se encontraba trabajando.
La joven les pidió refugio para pasar allí la noche, prometiendo irse al día siguiente. Al amanecer la joven se levantó y estaba preparando sus cosas cuando regresó Juan de su trabajo.
En ese momento el joven se asustó pensando que el ruido era producido por algún ladrón, pero de inmediato bajaron sus padres y les contaron sobre la huésped.
El se disculpó y le dijo qué cuál era la prisa, qué se quedara unos días más.
Mariela aceptó.
Juan estaba intrigado, la joven no sólo era muy bella sino que tenía una mirada triste que parecía ocultar un terrible secreto.
Cierto día en que estaban solos, tomó coraje y le preguntó por su pasado.
Ella confesó que su padre había abusado de ella y su madre no lo había creído por lo que decidió huir de su casa.
Juan la abrazó diciéndole que ahora estaba allí y que dejara atrás el pasado. Se miraron intensamente y él le contó de su amor, que le atravesaba el corazón desde la primera mañana que la había visto.
Mariela se sintió con fuerzas para enfrentar cualquier obstáculo y comprendió que había encontrado la felicidad.


Karla Berdúm

jueves, julio 20, 2006

Una simple historia




Al caer el sol me puse a caminar por las calles mientras miraba el paisaje de la ciudad. El azul del cielo cada vez más oscurecido por la cercanía de la noche, los carteles de neón de los comercios, el encendido de los primeros alumbrados públicos, me mostraban un mundo lleno de colores y movimiento. Me puse a mirar lo que había alrededor de forma más atenta. Descubría belleza en todos lados, aún con el ruido de los autos o de los sonidos que salían de las casas de música. Sin embargo, mi vista se detuvo sobre un niño durmiendo en un cajón tapado con frazadas rotas, sucias y tristes.
No pude evitar pensar en su presente y su futuro. Tanto lo uno como lo otro, sólo eran cosas que faltaban. Ni escuela donde estudiar, ni casa donde vivir, ni familia en la que pudiera sentirse parte de algo. Era terrible: todo lo que me hacía ver la realidad como algo hermoso se derrumbó. Todo me recordaba la imagen de ese niño. Al llegar a mi casa, traté de desenchufarme leyendo una novela que se llama “Un amor entre dos”. Pero ni la pareja apasionada de la novela, ni su argumento calcado de la televisión de otras historias parecidas, lograron borrármelo. Agarré el teléfono que tenía al lado mío. Llamé a mi amiga Ana y le conté cómo me estaba sintiendo en aquel momento. Me di cuenta de la impresión que me produjo ver a alguien en aquel abandono. Fue como si el mundo se hubiera transformado en un espejo de todo lo malo que podemos llegar a ser.

Pasaron los días. Una mañana me levanté pensando en él, y me fui caminando hacia donde lo había encontrado. Me senté en un banco y lo empecé a observar con su ropa sucia, y sus ojos cada tanto miraban hacia el cielo, como si estuviera esperando algo. Después de pensarlo un rato, me acerqué a él. Le pregunté su nombre y enseguida me contestó que su nombre era Nahuel, que para sobrevivir se dedicaba a abrir puertas de taxis ya que los pasajeros le dejaban propina.

Le pregunté si no quería comer o tomar algo caliente, por lo menos así conversábamos más tranquilos. Él dijo que sí. Más tarde, mientras desayunábamos, me contó que sus padres un día lo habían dejado en una plaza en la zona del conurbano. Me apené mucho. Me sentí con ganas de protegerlo, de hacerle ver que también podía ser amado.
-No quiero, tengo miedo a que me hagas lo mismo, que me termines abandonando – dijo él.
-Nadie te va a hacer eso – respondí - . Lo que pasa es que no supieron valorarte.

Después de eso, nos quedamos como sin palabras. La ciudad seguía con su paisaje de autos, carteles y música que salían de los comercios. La plaza con sus árboles, sus pájaros, seguía allí sólo que habían dos personas que se miraban por primera vez uno al otro.
El con su vida herida, yo perdida sin saber qué hacer.
Nahuel me miró con una sonrisa que iluminaba su cara. No sé cómo seguirá esta historia pero intuyo que seremos amigos.

Ana Bazán

una nueva vida



El prisionero en la celda descubrió que se habían llevado todo su botín menos un anillo mágico.
Era de noche y en la oscuridad de la celda descubrió que este anillo podía cambiar las leyes del universo, que ya no hubiera discriminación entre blancos y negros, que no haya más muertes. Aunque sólo era un sueño que se reiteraba hasta confundirse con la realidad.
El prisionero seguía envejeciendo en su celda sin animarse a utilizar el anillo.
Cuando al fin lo decidió el deseo fue comenzar una nueva vida, cumplió su condena y se fue a su hogar.

Elio Chungara

la imagen pertenece a la artista stella imhultberg

miércoles, julio 19, 2006

Encuentros en el jardín subterráneo


Amanecí temprano. El viento golpeando mi ventana. Mi visión no era buena pero juro haber visto esa sombra cruzar de una habitación a la otra.
Tranquilo pero con mucha curiosidad abrí la puerta del ático. Bajé la escalera, tomé la cámara, algo me llevaba detrás de los armarios viejos. Confundido por esa fuerza que me atraía encendí la cámara, la apoyé y comencé a correr los viejos muebles con impaciencia.
Allí estaba. Era la entrada de un túnel que jamás había visto. Linterna en mano comencé la búsqueda paranormal, mi cabeza no sabía bien aún qué se buscaba y me detuve para volver.
Escuché una carcajada que retumbaba en el túnel.
-Intentas asustarme?-pregunté con voz firme y decidí seguir caminando.
El aire era denso y estaba bastante oscuro, el camino se bifurcaba. La batería de mi cámara comenzaba a agotarse. -¿Ahora por dónde?-me dije.
Nuevamente sonó una risa lúgubre desde el camino derecho. Comencé a correr ansioso de encontrar algo nunca visto, pisando cucarachas, ratas, y lo que se cruzara por el camino.
De pronto se oyó una música tranquilizadora y al acercarme más y más el destello de una luz me hizo cerrar los ojos.
Cuando pude volver a abrirlos encontré un jardín debajo de la ciudad.

-¿Cuáles son tus preguntas ahora?- me preguntó un espectro verde fluorescente.
-Aún no asustado pero sorprendido- alcancé a decir- ¿cómo sabés lo que estoy pensando?-
-Simplemente lo sé. Con el tiempo entenderás. - respondió enigmáticamente.

Continuamos conversando largo tiempo. Al volver a la superficie comprobé que la cámara no había registrado nada.


Adrián Fritzler




la imagen es un detalle de un cuadro de Pieter Brueghel

invisible resplandor



Entre paredes vacías sentía el invisible resplandor de un sonido agitado y encendido. Lentamente liberaba el lento silencio deseado que recorría la sangre sintiendo volar desde el mar los inútiles rumores de un tren letal.

Germán Sánchez



la fotografía es de la artista española marta pereyra

niña encendida



Entre paredes vacías
un llanto invisible
una niña
de corazón encendido
no puede callarse
no suelta

aún así
escucho
el sonido
de su tristeza



Ana Laura Acosta


la imagen pertenece a D.C.Grunewald

Bienvenida!





Inauguramos el blog!
Estamos en 9no año en la EET Nro 9 de Villa Celina (La Matanza)
En este espacio iremos colgando nuestros textos y dibujos
saludossss!




la ilustración pertenece a la artista argentina valeria docampo